“Es mi momento…”, oigo tu voz en mi cabeza y mi corazón se adelanta a mis pensamientos, sabiendo que pronto estarás aquí…
“No tengas miedo”, visualizo tus labios ante mí y no puedo pensar, defenderme, huir o actuar, solo ansiar y esperar por ti. Siento tus manos recorrer mi pelo, mi espalda, mi cintura y mi piel, provocándome, desatándome, elevándome y poniéndome a tus pies. Tú, criatura irreal, de ojos fríos como la noche pero ardientes como un volcán, un diablo ideado para seducir, sabes que nada puedo hacer ante ti. Tu boca de calor irresistible y aliento embriagador me pone a tu merced, te siento, te anhelo, te acaricio y… te amo. Sé que nada puedo hacer, mientras me absorbes las energías con cada una de tus caricias, mientras me robas el corazón y la consciencia con cada uno de tus besos… Sé que estoy condenada; me torturas y me llevas desde el más amargo placer hasta el más exquisito dolor a tu antojo, y no puedo resistirme.
Tú, diablo encarnado, pasión infernal, sabes que te pertenezco; sé que te pertenezco. Y cuando esta noche que deseo interminable termine, sé que solo quedará mi cuerpo inerte, un cascarón vacío, porque te habrás llevado contigo mi esencia y mi alma para siempre…
M.J. Carrillo.
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